sábado, 3 de noviembre de 2007

MONTEREY POP ☼

“Monterey Pop” es consecuencia de la apoteosis del movimiento hippie. Ocurrido entre junio y septiembre de 1967, en la costa oeste de Estados Unidos, fue el llamado “summer of love”. Por ese tiempo el poder de la flor mostró su máximo colorido y aroma. Hordas de simpatizantes de otras ciudades se aglomeraron en San Francisco, la cuna de los hippies, para experimentar un estilo de vida totalmente diferente. Cuando el verano acabó muchos regresaron a casa llevándose consigo las revelaciones del amor, la paz y la marihuana. Los zarrapastrosos, entonces, dirían los de derecha, se multiplicaban por todo el país. La industria del cine, por su parte, no podía quedarse de brazos cruzados frente a este naciente y melenudo público, contrario a la Guerra de Vietnam. La contracultura hippie comenzaba a figurar en las grandes pantallas para su mayor exaltación. El documental “Monterey Pop” fue pionero en hacer de la juventud hippie objeto de fascinación cinematográfica. Preparó el camino para que después “Woodstock” (1970) se lleve la gloria de ser la película hippie por excelencia.

Monterey International Pop Music Festival, evento sin precedentes que congregaría a más de 200 mil personas atraídas por la música y la vibra del momento. Durante tres días, entre el 16 y 18 de Junio de 1967, en Monterey, California, el “verano del amor” recibió banda sonora definitiva por obra de los músicos que el festival engrandecería. Tendría, entre otros, a Jimi Hendrix en la cima de sus poderes; a Janis Joplin, frente a un público boquiabierto, en su primera actuación masiva; a The Who, traídos de Inglaterra para destrozar guitarras y patear tambores en suelo americano; a Jefferson Airplane con su espléndida cantante, Grace Slick; los sonidos azucarados de Simon and Garfunkel y The Mamas and the Papas; al enérgico Otis Redding por última vez en un escenario, tristemente moriría poco después en un accidente; y a Ravi Shankar, un músico traído de la India para satisfacer el hambre de misticismo del público.

El Festival de Monterey fue el primer, y quizá el único, ejercicio totalmente exitoso de la “utopía hippie” a nivel masivo. Demostraron que era posible congregar a miles bajo las banderas de la tolerancia, el repudio a la guerra y la adoración al rock, sin tener que lamentar algún incidente durante la convivencia. Algo importante ya que por esos años la policía ponía mil y un reparos a eventos como este, y en especial, si se trataba de gente poco amiga del jabón. El festival terminó las tres jornadas sin muertes por sobredosis, lo que terminó de asegurar el prestigio de la experiencia. Prestigio basado principalmente en la gran calidad de las presentaciones, algunas de ellas son ahora efemérides de la historia del rock, como la incineración de la guitarra por Jimi Hendrix o la perfomance de Janis Joplin, que la lanzaría a la fama sólo para acelerar la destrucción de su ser sufriente. Otra distinción que se lleva Monterey es haber sido el primer festival de rock a beneficio. Los músicos tocaron gratis, excepto Ravi Shankar que cobró, no por gusto se viaja desde la India.

Tal éxito de organización dejó un magnifico precedente para intentar lo que vendría luego en la costa este, el Festival de Woodstock de 1969, que desbordó toda expectativa hasta volverse casi una fuerza natural.

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